El sistema eléctrico de Chile se nutre fundamentalmente de plantas de ciclo combinado de gas natural o diésel, combustibles que no solo atraviesan una crisis de suministro mundial, sino que generan una enorme cantidad de gases de efecto invernadero. Gracias a la central hidroeléctrica de pasada de 163 MW de La Confluencia, en el río Tinguiririca, se genera energía renovable y limpia, evitando la emisión anual de 423.120 toneladas de CO2 a la atmósfera. Además, emplea a personal local, mejora la infraestructura de la zona y fomenta la educación, la formación y el desarrollo de nuevos negocios en las comunidades locales.